Esta Navidad todo lo que quería era revolcarme en la autocompasión hasta que la mujer que creía que era el amor de mi vida me explicara por qué me dejó en el altar. En lugar de eso, mi amigo Zach me obligó a celebrar las fiestas. Pensé que iba a ser una pesadilla llena de oropel... hasta que apareció su hermana, Alexa. Resulta que se ha convertido en un precioso regalo que estaba locamente tentado de desenvolver. Por suerte para mí, ella compartía mi deseo de reunirse bajo el metafórico muérdago... y que las cosas se calentaran a partir de ahí.
Por primera vez en meses, Laura, mi ex, no estaba persiguiendo mis pensamientos como un fantasma. Lo cual, por supuesto, es exactamente la razón por la que tuvo que elegir ese momento para llamar y decir que quería hablar. Sólo podía esperar que Santa tuviera un libro de jugadas en su trineo porque las cosas estaban a punto de complicarse.
Mil gracias a PB!
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